Alaska Airlines se ha convertido en la primera aerolínea estadounidense en sustituir en sus vuelos los palitos de plástico para remover bebidas por alternativas sostenibles
Plieguen su mesita, pongan el respaldo de su asiento en posición vertical, y prepárense para librarse del plástico. Ahora que la lucha contra los objetos de plástico de un solo uso está ganando fuerza, Alaska Airlines se ha convertido en la primera aerolínea estadounidense en sustituir en sus vuelos los palitos de este material para remover bebidas por alternativas sostenibles. La compañía aérea se ha comprometido a que estos utensilios desaparezcan de sus vuelos.
La iniciativa seguramente reducirá tan solo un porcentaje mínimo del total que se utiliza cada día —y una proporción aún menor del que acaba en el océano—, pero tanto sus defensores como los investigadores sostienen que puede ser un paso importante hacia la concienciación de los consumidores y que posiblemente servirá para presionar a un sector para que se pase a otros materiales más sostenibles.
El anuncio de Alaska Airlines se produjo a mediados de mayo y llega en el contexto de un movimiento que cobra cada vez más fuerza a favor de la reducción del uso de este material. Entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas van a parar al océano cada año, donde se descompone en pequeños fragmentos que son ingeridos por los peces y afectan a los organismos marinos, desde la avifauna del Ártico hasta los arrecifes de coral tropicales. El pasado 28 de mayo, la Comisión Europea propuso prohibir los artículos de plástico de un solo uso en los países europeos siempre que exista una alternativa sostenible. Al mismo tiempo, el Parlamento de California está considerando diversas leyes que pueden reducir la contaminación debida a este material.
La campaña contra la contaminación se puso un objetivo especialmente sencillo de alcanzar en 2017: dejar de contar con las pajitas de plástico, un objeto que en la mayoría de los casos no es reciclable y suele desplazarse volando y flotando hasta los ríos, los arroyos, las playas y, al final, los océanos.
Mientras la ofensiva sigue ganando impulso, algunas empresas se han negado a sumarse a la iniciativa #StopSucking, en español “deja de sorber”. A finales de mayo, por ejemplo, la mayoría de los accionistas de McDonald’s rechazaron una resolución por la cual el gigante de la comida rápida habría tenido que evaluar “los riesgos empresariales asociados al uso continuado de las pajitas y los esfuerzos de la empresa por desarrollar y utilizar sustitutos en sus restaurantes”.
Sin embargo, según la campaña The last plastic straw [La última pajita de plástico] de la Coalición contra la Contaminación por Plástico, 1.800 establecimientos de restauración, además de colegios y otras instituciones, han dejado de usarlas, y el 1 de julio, además, entró en vigor en Seattle la prohibición de las mismas y de los cubiertos de plástico de un solo uso. Asimismo, Maui y la Isla de Hawái han prohibido ya los envases para llevar de poliestireno, mientras que el resto del estado no tardará en seguir su ejemplo.
Las líneas aéreas de Alaska se han convertido en la primera aerolínea en unirse al movimiento. La compañía no utiliza pajitas para beber como las que acompañan a los refrescos de McDonald’s, pero pone palitos de plástico para remover los cócteles y el café, y reparte mondadientes del mismo material. A partir del 16 de julio serán sustituidos, respectivamente, por utensilios de abedul blanco y bambú. Los clientes con necesidades especiales que lo soliciten tendrán a su disposición otra opción biodegradable, informa Shaunta Hyde, directora general de relaciones con la comunidad de Alaska Airlines. Hyde declinó identificar los actuales proveedores de pajitas de la aerolínea e informar sobre si esta se dispone a cambiarlos.
Entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas van a parar al océano cada año
Jacqueline Drumheller, directora de sostenibilidad de la compañía aérea, declaraba que, el otoño pasado, Alaska Airlines decidió dejar de utilizar definitivamente las pajitas a raíz de lo que ella denominaba la “corriente de sensibilización” de los últimos años. El epicentro de ese movimiento podría muy bien ser Seattle, donde se encuentra la sede central de la aerolínea. Russell Wilson, líder de los delanteros del equipo de fútbol americano Seattle Seahawks, y otros personajes famosos de la ciudad han aparecido en vídeos instando a la gente a sumarse a la iniciativa Deja de sorber. Asimismo, en el aeropuerto internacional de Seattle-Tacoma, el mayor nudo de tráfico aéreo de Alaska, 25 restaurantes y comercios han dejado de ofrecer pajitas de plástico y facilitarán equivalentes de papel biodegradable cuando el cliente los solicite.
Alaska Airlines recibió también una carta de una girlscout que pedía a la aerolínea que eliminase este adminículo y redujese la contaminación causada por el plástico. “Así que había un montón de semillas que se estaban empezando a regar”, cuenta Drumheller. El riego aumentó cuando Lonely Whale, el grupo de defensa de los océanos fundado, entre otros, por Adrian Grenier, el actor y activista que está detrás de las campañas Deja de sorber y Sin pajitas en Seattle, se dirigió a las líneas aéreas de Alaska.
Dune Ives, directora ejecutiva de Lonely Whale, explicó que era cliente habitual de la aerolínea desde 1984 y que volaba casi exclusivamente con ella. En sus vuelos, señalaba, “era difícil no reparar en los objetos de plástico de un solo uso imposibles de reciclar”. Así que, tras poner en marcha la campaña de Seattle, Ives se puso en contacto con la compañía aérea, que había ampliado significativamente sus rutas tras adquirir Virgin America. “En nuestra primera conversación con ellos les comunicamos que queríamos que supiesen que estábamos haciendo la campaña de las pajitas en Seattle y, de paso, que el aeropuerto de Seattle-Tacoma se había unido a ella y las estaba eliminando, así que pensábamos que podíamos colaborar en ese terreno”, cuenta Ives. La comunicación tuvo lugar a principios de esta primavera. “Desde el primer momento hasta el final, fue uno de los cambios de rumbo más rápidos que hemos visto en ninguna empresa”, observa.
Las líneas aéreas esperaron a estar bien seguras de que sus empleados estaban de acuerdo con el cambio, recuerda Ives, que señala que cada empresa tiene preocupaciones diferentes. Algunas piensan que los clientes se van a rebelar si no tienen una pajita en su cóctel, a otras les inquietan los costes de cambiar a un nuevo producto o la logística de organizar un proveedor capaz de abastecer del volumen de producto necesario. “Es curioso porque, por una parte, la pajita es algo muy simple y, sin embargo, es interesante los problemas que puede plantear su transición”, comenta Ives.
Según la compañía aérea, el año pasado utilizó 22 millones de mondadientes y palitos para remover, lo cual representa una fracción minúscula del plástico que se vierte a los océanos cada año. Probablemente constituya también un pequeño porcentaje del volumen total de otros desechos de este material producidos por el transporte aéreo, como botellas, auriculares, envoltorios, tazas, cubiertos y bandejas.
Y a diferencia, pongamos por caso, de la pajita de un Frappuccino de Starbucks que se derrama de una papelera en la calle o del envoltorio de celofán que sale volando, el volumen de pajitas y mondadientes de los aviones que se filtran al exterior seguramente es ínfimo. “En el riguroso sistema de eliminación de residuos de Estados Unidos y de los aeropuertos, la mayoría de las veces es algo que ocurre por accidente. Es difícil que la gente arroje basura al exterior desde un avión, por ejemplo”, afirma Jenna Jambeck, profesora de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Georgia que sigue la pista a la contaminación marina por plástico.
Según Jambeck, además de los costes de eliminación que ahorrará a la compañía, el efecto principal de la nueva política de las líneas aéreas de Alaska probablemente será la sensibilización de los pasajeros sobre los plásticos de un solo uso. “Con ello, la compañía aérea está dando ejemplo”, observa. “Así la gente se acostumbrará a no utilizar palitos para remover, por lo menos en los aviones, y es posible que se lo piense dos veces en otros contextos, o por lo menos que actúe de manera más reflexiva”. Ese es el objetivo de Lonely Whale.
En opinión de Ives, “cualquier cambio que introduzcan las líneas aéreas tendrá efectos significativos”, aunque solo sea por la cantidad de pasajeros, cada uno de los cuales recibe alguna clase de objeto de plástico de un solo uso. “Y lo que es más importante, la empresa va a involucrar a sus clientes. Estamos influyendo en los corazones y las mentes de la gente”.
Además de los costes de eliminación que ahorrará a la compañía, se busca la sensibilización de los pasajeros
La directora ejecutiva de Lonely Whale afirma que su organización no ha tenido conversaciones con otras líneas aéreas sobre esta iniciativa, pero que otros grupos, sí. Los cálculos seguramente serán distintos en el caso de cada empresa. Ives apunta que algunas pueden tener más dificultades para garantizar el abastecimiento fiable de sustitutos que no sean de plástico dependiendo de dónde tengan sus centros de operación. Es lógico que Alaska Airlines haya dado el paso, considerando su estrecha vinculación con la zona de Seattle, que no tardará en declararse libre de pajitas. “La situación de cada una es diferente dependiendo de dónde se encuentre su sede central”, resume.
Con todo, piensa que la iniciativa es una "verdadera señal" de que se está produciendo un cambio cultural. “Estamos a la expectativa de ver qué clase de diálogo impulsa”, concluye. “Todo empieza por las pajitas”.
Este texto fue pubilcado originalmente en inglés en la página web de Newsdeeply.
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