POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO
En Brasil hay una manía, y es que siempre hay una televisión
encendida. Cada bar tiene, al menos, uno o dos televisores, que se
mantienen prendidos todo el día, sin importar si alguien los está
mirando o no.
Sin embargo, hay dos programas que siempre consiguen captar la
atención del público y son “Cidade Alerta” y “Brasil Urgente”, de las
cadenas televisivas Record y TV Bandeirantes, respectivamente.
Mientras los brasileños se toman una “gelada”(cerveza), observan en
tiempo real persecuciones policiales, operaciones del Batallón de
Operaciones Especiales (BOPE), tiroteos y, de vez en cuando, ejecuciones
de los llamados “bandidos”.
Todo narrado con el ritmo de una partido de fútbol, en el que el presentador ejerce de juez y comentarista al mismo tiempo.
El pasado martes 23 de junio, ambos programas captaron, a través de
sus helicópteros, una persecución que concluyó con un final demasiado
indigesto hasta para el más fanático del programa.
En la imagen, se ve a un policía disparando a quemarropa contra dos menores que habían robado una moto. Fotografía: Reprodução.
Dos menores de 16 y 17 años escapaban a toda velocidad de una
patrulla de la Policía Militar en una motocicleta robada por las
avenidas del barrio Jardím São Luís, en el sur de São Paulo.
Durante varios minutos, el hábil piloto, en su cruzada por lograr
escapar del policía, puso en peligro la vida de todo aquel que se
cruzaba en su camino. Sin embargo, al encarar una recta, ambos jóvenes
fueron alcanzados por el agente, a lo que el copiloto reaccionó
arrojándole su casco.
En ese momento, el cabo disparó su arma e hirió a ambos delincuentes
en las piernas. Unos metros más adelante, el motociclista perdió el
control y la moto cayó junto a la pared de una casa, aprisionando a
ambos menores que quedaron tendidos en el suelo.
Acto seguido, el policía detuvo su motocicleta junto a ellos y, antes
de bajarse, ocurrió lo que nadie esperaba: disparó en dos ocasiones su
arma sobre los menores rendidos y malheridos.
Todo tuvo lugar en directo y fue transmitido con lujo de detalles,
porque las cámaras de los helicópteros de ambos programas registraron la
acción desde dos ángulos distintos. Los fogonazos del revólver calibre
38 disparado en plena noche delataron al agente, quien con toda
tranquilidad desarmó a uno de ellos y lo detuvo.
Eufóricos, los conductores Marcelo Rezende y José Luiz Datena
saborearon el momento, sabiendo que los índices de audiencia estarían
alcanzando el punto más alto: un policía acaba de disparar a quemarropa
contra dos menores, con millones de brasileños como testigos.
El conductor del programa “Brasil Urgente”, José Luiz Datena. Fotografía: Divulgação.
La Secretaria de Seguridad Pública (SSP), anticipándose a la polémica, actuó de inmediato y el
cabo, que fue identificado con el nombre de “De Souza”, fue detenido de manera provisional, mientras que los jóvenes fueron internados en un hospital de Jardim São Luís.
Sin embargo, tan solo 24 horas después del episodio, el cabo fue
liberado y retomó su trabajo, aunque provisionalmente, en el área
administrativa de la Policía Militar de São Paulo.
“Quería felicitarte públicamente por una actuación excelente”, dijo
el Coronel Telhada, diputado del estado de São Paulo del Partido de la
Social Democracia Brasileña (PSDB), que gobierna esa región, en un video
publicado en Facebook al día siguiente del hecho. “Hacen falta hombres
así en la Policía Militar”, indicó.
El populismo se solapaba con el sensacionalismo. Si bien programas de
este tipo banalizan la violencia hasta niveles extremos, el oportunismo
del PSDB, partido que apoyó en el Congreso Nacional la aprobación de la
propuesta de enmienda a la Constitución (PEC) 171/1993 para reducir la
edad de imputabilidad penal de 18 a 16 años, se hacía patente una vez
más.
Pero no todo fueron felicitaciones para el agente. El secretario de
la SSP, Alexandre de Moraes, advirtió: “Daremos el derecho de defensa al
agente, pero por las imágenes hay una clara constatación de una seria
irregularidad por parte del policía, ya que individuos rendidos al
dominio del agente acaban recibiendo disparos”.
Si la acción del agente merece su expulsión del cuerpo de policía,
una pena de cárcel o cualquier otro castigo, eso deberá decidirlo la
Justicia, pero lo que realmente impacta del caso es la cotidianidad de
la violencia de la policía contra los delincuentes.
El discurso del “mejor bandido es el bandido muerto” continúa muy vivo en la consciencia colectiva de los brasileños.
Marcelo Rezende, conductor de “Cidade Alerta”. Fotografía: Edu Moraes/Divulgação Record.
Según datos del Foro Brasileño de Seguridad Pública, en 2012, al
menos 1890 personas murieron a manos de la policía en Brasil, mientras
que en Estados Unidos, país con un 30% más de habitantes, ese número fue
de 410.
Con 53.646 muertes totales por año, es decir, seis asesinatos por
hora, el problema de la violencia en este país es tan mayúsculo y
cotidiano que, a veces, parece que sus habitantes han perdido todo
respeto por la vida ajena.
La televisión y la mayoría de los periódicos del país lo saben y
sacan provecho de ello. Los políticos tampoco se quedan atrás y,
azuzando el debate, pronto alcanzaron el 87% de apoyo ciudadano a la
reducción de la edad penal, un proyecto condenado por la ONU, que fue
rechazado por la Cámara de Diputados, por una estrecha diferencia de
cinco votos.
Llegado este punto, no se puede dejar pasar la interesantísima
entrevista del Secretario de Seguridad del estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, con la revista “Época”.
“En Brasil, estamos retrocediendo. Le quito los fusiles a la policía,
me critican por querer desarmar a los bomberos y una gran parte de la
población continúa queriendo armarse”, explicó el responsable del
programa de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en las favelas de
Río de Janeiro.
Uno se pregunta cómo, si hasta uno de los mayores responsables por la
seguridad en el país reconoce el fracaso de la “mano dura”, la
ciudadanía está cada vez más convencida de que más armas, más cárcel y
más severidad solucionarán el problema.
José Mariano Beltrame visita el Morro do Vidigal, en Río de Janeiro. Fotografía: Maíra Coelho / Ag. O Dia.
“Follow the money”, suele decirse en las películas de detectives a la
hora de encontrarle una explicación a algo que aparentemente no la
tiene. Solo apuntaré un dato: Brasil es el 4º mayor fabricante de armas
ligeras del mundo, con 17,6 millones de ellas en circulación y albega a
la mayor fábrica de pistolas del mundo: Taurus.
El próximo paso de la “bancada de la bala” y del Partido del
Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) será la aprobación del proyecto
de ley 3722/2012 para permitir la portación de armas y acabar con el
Estatuto del Desarme.
Con un mercado de más de 200 millones de brasileños y con 15 de las
50 ciudades más peligrosas del planeta en el país, el negocio está
asegurado. Teniendo
en cuenta que tanto Taurus como la Compañía Brasileña de Cartuchos
(CBC) financiaron la campaña de algunos diputados del PMDB, el círculo
se completa.
En Brasil, la paranoia por la seguridad, alimentada por el
sensacionalismo de los medios de comunicación, y la violencia
planificada, garantizada a través de la “mano dura” de la Policía
Militar, parecen ser las dos caras de un mismo negocio.