La brasileña Kroton se convierte en pocos años en la mayor empresa mundial del sector
Tiene 125 campus en el país y más de un millón de alumnos
El lunes 27 de octubre, la Bolsa de São Paulo, la mayor de Brasil, amaneció a la baja en lo que algunos analistas consideraron una señal de desaliento del mercado ante la reelección de la presidenta Dilma Rousseff.
Pero entre el mar de cifras en rojo —el índice Bovespa cerró la jornada
con una caída del 2,77%— destacaba en verde el 7,88% que había ganado
Kroton, la mayor empresa de educación privada del mundo.
Las cifras de la compañía tras su fusión a principios de año con la también brasileña Anhanguera impresionan. La empresa salida de la operación afirma tener 130 campus de educación presencial en 19 de los 27 Estados brasileños, marcas como Pitágoras o Anhanguera y más de un millón de alumnos, y prevé ingresos de 4.700 millones de reales (1.525 millones de euros) en 2014.
Antes de la fusión, Kroton anunció que en el ejercicio de 2013 había ganado 517 millones de reales, un 155% más que el año anterior. La capitalización bursátil de la nueva sociedad es de 24.987 millones de reales, más que el doble que la segunda colocada, la estadounidense Graham Holdings. En los pasados 12 meses, el valor de la acción en Bolsa ha subido un 110%.
El negocio de la educación privada en todo el mundo no deja de crecer, especialmente en los países emergentes, al calor de un mercado de trabajo cada vez más globalizado donde la formación marca la diferencia.
Según un estudio de la consultora GSV Advisors y el banco de inversiones Bank of America Merrill Lynch, el valor del mercado global pasará de 5,6 billones de dólares (4,4 billones de euros) en 2013 a 7,8 billones en 2017, un alza del 39,2% en cuatro años.
Brasil es uno de los países que se ha puesto como objetivo poner el pie en el acelerador de la educación. La inversión pública en el sector ha pasado del 4,8% del PIB en 2001 al 6,1% en 2011, por encima de la media de la OCDE, pero el gasto por alumno es de 2.985 dólares, muy por debajo del promedio de los países de la organización internacional.
"El mercado de la educación brasileño está dividido en dos lados totalmente opuestos", señala Rodrigo Galindo, presidente de Kroton, en una entrevista telefónica. "Por un lado, la educación primaria y secundaria pública tiene una reputación de mala calidad. Por el otro, la enseñanza universitaria y superior pública tiene fama de ser excelente".
El Plan Nacional de Educación pretende que, para 2024, el 33% de la población de entre 18 y 24 años esté matriculada en una institución de enseñanza superior. En 2012 esa cifra era del 15,4%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Mientras que el Gobierno federal apuesta por los programas de ayudas directas para mejorar las cifras de la enseñanza básica, Brasilia confía en el sector privado para sacar adelante sus planes en la educación superior.
Varios programas estatales ofrecen becas y créditos a bajo interés (un aliciente importante en Brasil, donde el precio oficial del dinero es del 11,25% al año) para financiar matrículas, en las enseñanzas superior (Fies), universitaria (Universidad para Todos o Prouni) y técnica (Pronatec).
Aunque tanto Rousseff como su rival, el conservador Aécio Neves, habían prometido mantener estos programas, el mercado era plenamente consciente de que Rousseff defendía el plan con más entusiasmo —de ahí, posiblemente, el que el precio de las acciones de Kroton se disparase tras su victoria. En la entrevista, celebrada antes de la segunda vuelta, Galindo quitaba importancia al resultado de las elecciones: "Los planes de educación son ya una política de Estado", afirmaba. "Gane quien gane, creo que se van a mantener".
Según la propia Kroton, el 59,3% de sus alumnos y el 40% de sus ingresos deriva de estos planes, lo que para algunos analistas supone un riesgo de sobredependencia. Galindo no está de acuerdo. "Nosotros nos hemos impuesto un límite del 55% de los ingresos, así que aún tenemos margen para crecer".
Y en Kroton prevén crecer, y crecer mucho.
Galindo enumera las tres principales líneas de negocio de la compañía y sus previsiones para los próximos años. "En la educación superior, tanto presencial como a distancia, estimamos un aumento del volumen de negocio del 10% anual sin tener en cuenta la inflación. En la educación básica, esperamos que los ingresos crezcan un 10% anual".
Esas previsiones contrastan con las señales de debilidad que presenta la economía del país sudamericano. Galindo reconoce esas fragilidades, pero es optimista.
"El peor cuadro macroeconómico para nosotros es un aumento del paro y de la mora", afirma, "pero nuestro sector se vería afectado menos y más tarde: la educación es una de estas cosas en las que no se quiere dejar de invertir. 2015 será un año de ajuste fiscal, pero en 2016 esperamos que las cosas mejoren. Además, tenemos los planes del Estado. Es distinto enfrentarse a 700 reales de mensualidad que 17 reales de cuota del crédito del Gobierno".
Con tantas posibilidades en Brasil, salir a buscar mercados en el extranjero está, por el momento, fuera de los planes de la compañía. "Cierto es que con nuestro liderazgo global, habría que considerarlo", opina Galindo. "En 2015 lo discutiremos".
La ascensión de Kroton ha sido meteórica. Fundada en 1966 como colegio Pitágoras —Crotona, hoy en Italia, era la sede de la escuela del matemático y filósofo griego—, la empresa era, hasta principios de siglo, una de las miles que, en Brasil, se dedicaban a la formación de alumnos para las durísimas pruebas de acceso a la universidad.
En 2009, el fondo estadounidense Advent se hizo con el 28% de Kroton. La empresa había salido a Bolsa dos años antes.
Gracias al capital del fondo estadounidense, Kroton pudo lanzarse a
un proceso de expansión en el que llegó a hacerse con otras 25 empresas y
ganar una posición de relevancia en el hiperatomizado mercado de la
educación privada.
De una de las adquisiciones, Unic, basada en el Estado de Mato Grosso, vino el que hoy es presidente de la compañía. "Nosotros ya habíamos empezado en Unic un proceso de profesionalización y modernización, por mera supervivencia", comenta Galindo. "Lo que hicimos fue llevar ese aprendizaje al resto de la empresa, lo que no hizo sino mejorar su posición en el mercado".
Pero la auténtica prueba de fuego se produjo tras el anuncio de la fusión con Anhanguera, otra empresa que había pasado por un proceso de crecimiento
explosivo. Las autoridades reguladoras tardaron más de un año en dar su visto bueno a la operación. "Aunque hubo momentos en los que creíamos que la fusión no iba a salir adelante, al final nos vino bien", reconoce Galindo. "Nos dio tiempo a estudiar a fondo cómo llevar a cabo el proceso de integración y encontrar las mejores cualidades técnicas en ambas empresas".
A pesar de su posición como mayor del mundo, la cuota de mercado de Kroton es del 12% del sector educativo brasileño. El reto durante los próximos años es consolidar un grupo tan dispar de empresas construido tan deprisa en una única institución que aproveche las economías de escala.
"Nuestro principal recelo no era operativo, sino cultural", afirma Galindo. "Ese es el principal motivo del fracaso de muchas fusiones. Pero las cosas están yendo mucho más tranquilas de lo que esperábamos. La relación entre los ejecutivos es excepcional".
Las cifras de la compañía tras su fusión a principios de año con la también brasileña Anhanguera impresionan. La empresa salida de la operación afirma tener 130 campus de educación presencial en 19 de los 27 Estados brasileños, marcas como Pitágoras o Anhanguera y más de un millón de alumnos, y prevé ingresos de 4.700 millones de reales (1.525 millones de euros) en 2014.
Antes de la fusión, Kroton anunció que en el ejercicio de 2013 había ganado 517 millones de reales, un 155% más que el año anterior. La capitalización bursátil de la nueva sociedad es de 24.987 millones de reales, más que el doble que la segunda colocada, la estadounidense Graham Holdings. En los pasados 12 meses, el valor de la acción en Bolsa ha subido un 110%.
El negocio de la educación privada en todo el mundo no deja de crecer, especialmente en los países emergentes, al calor de un mercado de trabajo cada vez más globalizado donde la formación marca la diferencia.
Según un estudio de la consultora GSV Advisors y el banco de inversiones Bank of America Merrill Lynch, el valor del mercado global pasará de 5,6 billones de dólares (4,4 billones de euros) en 2013 a 7,8 billones en 2017, un alza del 39,2% en cuatro años.
Brasil es uno de los países que se ha puesto como objetivo poner el pie en el acelerador de la educación. La inversión pública en el sector ha pasado del 4,8% del PIB en 2001 al 6,1% en 2011, por encima de la media de la OCDE, pero el gasto por alumno es de 2.985 dólares, muy por debajo del promedio de los países de la organización internacional.
"El mercado de la educación brasileño está dividido en dos lados totalmente opuestos", señala Rodrigo Galindo, presidente de Kroton, en una entrevista telefónica. "Por un lado, la educación primaria y secundaria pública tiene una reputación de mala calidad. Por el otro, la enseñanza universitaria y superior pública tiene fama de ser excelente".
El Plan Nacional de Educación pretende que, para 2024, el 33% de la población de entre 18 y 24 años esté matriculada en una institución de enseñanza superior. En 2012 esa cifra era del 15,4%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Mientras que el Gobierno federal apuesta por los programas de ayudas directas para mejorar las cifras de la enseñanza básica, Brasilia confía en el sector privado para sacar adelante sus planes en la educación superior.
Varios programas estatales ofrecen becas y créditos a bajo interés (un aliciente importante en Brasil, donde el precio oficial del dinero es del 11,25% al año) para financiar matrículas, en las enseñanzas superior (Fies), universitaria (Universidad para Todos o Prouni) y técnica (Pronatec).
Aunque tanto Rousseff como su rival, el conservador Aécio Neves, habían prometido mantener estos programas, el mercado era plenamente consciente de que Rousseff defendía el plan con más entusiasmo —de ahí, posiblemente, el que el precio de las acciones de Kroton se disparase tras su victoria. En la entrevista, celebrada antes de la segunda vuelta, Galindo quitaba importancia al resultado de las elecciones: "Los planes de educación son ya una política de Estado", afirmaba. "Gane quien gane, creo que se van a mantener".
Según la propia Kroton, el 59,3% de sus alumnos y el 40% de sus ingresos deriva de estos planes, lo que para algunos analistas supone un riesgo de sobredependencia. Galindo no está de acuerdo. "Nosotros nos hemos impuesto un límite del 55% de los ingresos, así que aún tenemos margen para crecer".
Y en Kroton prevén crecer, y crecer mucho.
Galindo enumera las tres principales líneas de negocio de la compañía y sus previsiones para los próximos años. "En la educación superior, tanto presencial como a distancia, estimamos un aumento del volumen de negocio del 10% anual sin tener en cuenta la inflación. En la educación básica, esperamos que los ingresos crezcan un 10% anual".
Esas previsiones contrastan con las señales de debilidad que presenta la economía del país sudamericano. Galindo reconoce esas fragilidades, pero es optimista.
"El peor cuadro macroeconómico para nosotros es un aumento del paro y de la mora", afirma, "pero nuestro sector se vería afectado menos y más tarde: la educación es una de estas cosas en las que no se quiere dejar de invertir. 2015 será un año de ajuste fiscal, pero en 2016 esperamos que las cosas mejoren. Además, tenemos los planes del Estado. Es distinto enfrentarse a 700 reales de mensualidad que 17 reales de cuota del crédito del Gobierno".
Con tantas posibilidades en Brasil, salir a buscar mercados en el extranjero está, por el momento, fuera de los planes de la compañía. "Cierto es que con nuestro liderazgo global, habría que considerarlo", opina Galindo. "En 2015 lo discutiremos".
La ascensión de Kroton ha sido meteórica. Fundada en 1966 como colegio Pitágoras —Crotona, hoy en Italia, era la sede de la escuela del matemático y filósofo griego—, la empresa era, hasta principios de siglo, una de las miles que, en Brasil, se dedicaban a la formación de alumnos para las durísimas pruebas de acceso a la universidad.
En 2009, el fondo estadounidense Advent se hizo con el 28% de Kroton. La empresa había salido a Bolsa dos años antes.
La empresa tiene una cuota de mercado del 12% en Brasil y descarta por ahora la internacionalización
De una de las adquisiciones, Unic, basada en el Estado de Mato Grosso, vino el que hoy es presidente de la compañía. "Nosotros ya habíamos empezado en Unic un proceso de profesionalización y modernización, por mera supervivencia", comenta Galindo. "Lo que hicimos fue llevar ese aprendizaje al resto de la empresa, lo que no hizo sino mejorar su posición en el mercado".
Pero la auténtica prueba de fuego se produjo tras el anuncio de la fusión con Anhanguera, otra empresa que había pasado por un proceso de crecimiento
explosivo. Las autoridades reguladoras tardaron más de un año en dar su visto bueno a la operación. "Aunque hubo momentos en los que creíamos que la fusión no iba a salir adelante, al final nos vino bien", reconoce Galindo. "Nos dio tiempo a estudiar a fondo cómo llevar a cabo el proceso de integración y encontrar las mejores cualidades técnicas en ambas empresas".
A pesar de su posición como mayor del mundo, la cuota de mercado de Kroton es del 12% del sector educativo brasileño. El reto durante los próximos años es consolidar un grupo tan dispar de empresas construido tan deprisa en una única institución que aproveche las economías de escala.
"Nuestro principal recelo no era operativo, sino cultural", afirma Galindo. "Ese es el principal motivo del fracaso de muchas fusiones. Pero las cosas están yendo mucho más tranquilas de lo que esperábamos. La relación entre los ejecutivos es excepcional".