Varios países siguen con inquietud las acusaciones contra la constructora brasileña, con importantes proyectos en la región
La detención el pasado 19 de junio en Brasil de Marcelo Odebrecht,
presidente de la mayor constructora de América Latina por su vinculación
en el caso Petrobras,
no solo ha golpeado al gigante sudamericano.
Varios países de la región, entre ellos Colombia, Venezuela, Perú o Panamá siguen con inquietud el desarrollo del procesos y evalúan las consecuencias que supondría una condena a Odebrecht.
Sus tentáculos se extienden por las obras más importantes de Sudamérica.
El primero en reaccionar, aquel viernes de junio, fue el vicepresidente de Colombia. Germán Vargas Llera aseguró que “cualquier condena internacional en materia de soborno” inhabilitaría las contrataciones y la ejecución de las obras de la constructora en el país andino durante 20 años. El asunto no es baladí.
Odebrecht, la séptima constructora de Colombia con unos ingresos de unos 150 millones de dólares, tiene a su cargo cinco obras, dos de ellas de las más importantes que se desarrollan en el país: la navegabilidad del río Magdalena, entre Barranquilla y Puerto Salgar, que abarcaría 908 kilómetros de río y la construcción de un sector de la ruta del Sol, del que ya se ha avanzado un 40%. Para ambos proyectos están presupuestados 6,1 billones de pesos, algo más de 2.200 millones de dólares.
Además, a la constructora se le podría complicar la adjudicación de tres licitaciones por las que puja: la construcción del Transmilenio Boyacá, la adecuación de una carretera entre Bogotá y Girardot y la recuperación del río Bogotá. Los tres proyectos ascenderían a más de 2.700 millones de dólares.
En el caso de Venezuela, la relación con Odebrecht viene de lejos. Desde que inició unas obras en el Estado de Zulia hace 23 años, la compañía, que hoy asegura contar con 12.000 empleados en el país, ha ido creciendo, informa Ewald Scharfenberg. El chavismo ha confiado sus más importantes proyectos de infraestructura a Odebrecht, en parte por la influencia de Brasil como valedor político de Caracas en la región, pero también porque Chávez siempre desconfió de los empresarios venezolanos y prefirió favorecer a los extranjeros. Con frecuencia, el fallecido presidente mencionaba a los brasileños como empresarios modelo de un desarrollo nacional autónoma.
Según indicaba la ong Transparencia Venezuela el pasado mayo, a cargo de Odebrech están en la actualidad los siguientes proyectos: el puente Nigale o segundo puente sobre el lago de Maracaibo; la línea 5 del metro de Caracas; el puente de Mercosur o tercer puente sobre el río Orinoco; el metro entre Caracas y Guatira y el metro Caracas-Los Teques. Todos los proyectos están en marcha y tienen en común un retraso respecto a los planes y sobreprecios con respecto a los cálculos iniciales. Las obras en progreso tenían presupuestos que juntos sumaban 5.000 millones de dólares.
Mientras que en Ecuador han comenzado las auditorías a contratos de Odebrecht, la pasada semana el fiscal general de Perú, Pablo Sánchez, aseguró que una delegación de fiscales del país andino se desplazará a Brasil para realizar una serie de investigaciones y recabar datos sobre posibles concesiones ilícitas El foco se centra en unos supuestos sobornos de directivos de Odebrecht para que se inflaran el costo de una carretera que une la Amazonía brasileña con los puertos del Pacífico peruano y que fue construida entre 2005 y 2011, bajo los Gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García.
La relación entre García y Odebrecht está marcada por el Cristo del Pacífico, una réplica del Corcovado de Río de Janeiro valorada en 830.000 dólares que fue donada por la Asociación Odebrecht. Desde la empresa aseguran que la donación fue al país, no al presidente, y defienden que esta se hizo a través de un acto público y con conocimiento de las autoridades.
Odebrecht ha desarrollado desde hace 35 años múltiples proyectos en Perú, donde cuenta con 15.000 trabajadores, el 99% de ellos peruanos. Según datos de la constructora, los proyectos en los que ha participado han propiciado, en los últimos 10 años, 13.257 millones de inversión privada y concesiones por un equivalente de 1,819 millones de dólares de inversión pública.
Donde parecen estar a salvo los intereses de Odebrecht es en Panamá. El pasado viernes, la constructora brasileña firmó el contrato por el que liderará el consorcio encargado de construir la segunda línea de metro de la capital panameña, por un valor de 1.857 millones de dólares. La licitación fue otorgada el 20 de mayo y, junto a la brasileña participará la empresa española Fomento, Contratas y Construcciones (FCC).
Varios países de la región, entre ellos Colombia, Venezuela, Perú o Panamá siguen con inquietud el desarrollo del procesos y evalúan las consecuencias que supondría una condena a Odebrecht.
Sus tentáculos se extienden por las obras más importantes de Sudamérica.
El primero en reaccionar, aquel viernes de junio, fue el vicepresidente de Colombia. Germán Vargas Llera aseguró que “cualquier condena internacional en materia de soborno” inhabilitaría las contrataciones y la ejecución de las obras de la constructora en el país andino durante 20 años. El asunto no es baladí.
Odebrecht, la séptima constructora de Colombia con unos ingresos de unos 150 millones de dólares, tiene a su cargo cinco obras, dos de ellas de las más importantes que se desarrollan en el país: la navegabilidad del río Magdalena, entre Barranquilla y Puerto Salgar, que abarcaría 908 kilómetros de río y la construcción de un sector de la ruta del Sol, del que ya se ha avanzado un 40%. Para ambos proyectos están presupuestados 6,1 billones de pesos, algo más de 2.200 millones de dólares.
Además, a la constructora se le podría complicar la adjudicación de tres licitaciones por las que puja: la construcción del Transmilenio Boyacá, la adecuación de una carretera entre Bogotá y Girardot y la recuperación del río Bogotá. Los tres proyectos ascenderían a más de 2.700 millones de dólares.
En el caso de Venezuela, la relación con Odebrecht viene de lejos. Desde que inició unas obras en el Estado de Zulia hace 23 años, la compañía, que hoy asegura contar con 12.000 empleados en el país, ha ido creciendo, informa Ewald Scharfenberg. El chavismo ha confiado sus más importantes proyectos de infraestructura a Odebrecht, en parte por la influencia de Brasil como valedor político de Caracas en la región, pero también porque Chávez siempre desconfió de los empresarios venezolanos y prefirió favorecer a los extranjeros. Con frecuencia, el fallecido presidente mencionaba a los brasileños como empresarios modelo de un desarrollo nacional autónoma.
Según indicaba la ong Transparencia Venezuela el pasado mayo, a cargo de Odebrech están en la actualidad los siguientes proyectos: el puente Nigale o segundo puente sobre el lago de Maracaibo; la línea 5 del metro de Caracas; el puente de Mercosur o tercer puente sobre el río Orinoco; el metro entre Caracas y Guatira y el metro Caracas-Los Teques. Todos los proyectos están en marcha y tienen en común un retraso respecto a los planes y sobreprecios con respecto a los cálculos iniciales. Las obras en progreso tenían presupuestos que juntos sumaban 5.000 millones de dólares.
Mientras que en Ecuador han comenzado las auditorías a contratos de Odebrecht, la pasada semana el fiscal general de Perú, Pablo Sánchez, aseguró que una delegación de fiscales del país andino se desplazará a Brasil para realizar una serie de investigaciones y recabar datos sobre posibles concesiones ilícitas El foco se centra en unos supuestos sobornos de directivos de Odebrecht para que se inflaran el costo de una carretera que une la Amazonía brasileña con los puertos del Pacífico peruano y que fue construida entre 2005 y 2011, bajo los Gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García.
La relación entre García y Odebrecht está marcada por el Cristo del Pacífico, una réplica del Corcovado de Río de Janeiro valorada en 830.000 dólares que fue donada por la Asociación Odebrecht. Desde la empresa aseguran que la donación fue al país, no al presidente, y defienden que esta se hizo a través de un acto público y con conocimiento de las autoridades.
Odebrecht ha desarrollado desde hace 35 años múltiples proyectos en Perú, donde cuenta con 15.000 trabajadores, el 99% de ellos peruanos. Según datos de la constructora, los proyectos en los que ha participado han propiciado, en los últimos 10 años, 13.257 millones de inversión privada y concesiones por un equivalente de 1,819 millones de dólares de inversión pública.
Donde parecen estar a salvo los intereses de Odebrecht es en Panamá. El pasado viernes, la constructora brasileña firmó el contrato por el que liderará el consorcio encargado de construir la segunda línea de metro de la capital panameña, por un valor de 1.857 millones de dólares. La licitación fue otorgada el 20 de mayo y, junto a la brasileña participará la empresa española Fomento, Contratas y Construcciones (FCC).
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