BLOG do ORLANDO TAMBOSI
Em artigo publicado no Instituto Cato,
o economista e ensaísta argentino Alberto Benegas Lynch (h) examina o
descarrilhamento da Grécia, "berço" da democracia, hoje entregue à
macabra repetição dos erros comunistas. Faz bem em recordar a distinção
entre "liberdade dos antigos" e "liberdade dos modernos": a antiga, ao
que parece, é superestimada, no "contexto da educação
socialista-coletivista" promovida pelos Estados, que violam as
liberdades individuais, substituindo a democracia pela tirânica
cleptocracia:
En
Grecia, más específicamente en Atenas, se considera comenzó a gestarse
la idea de la democracia luego de un período de asfixiante tiranía de
avasalladoras oligarquías, modificación que puede situarse primero con
Solón, luego con Pericles y más tarde con el sustento filosófico
socrático y, especialmente, aristotélico aunque con un criterio que
Benjamin Constant definió como “la libertad de los antiguos”: con
derecho a voto y participación en la Asamblea (Ecclesia) pero con
facultades restringidas y limitaciones inaceptables para el espíritu
libre, que a partir de los estudios de John Locke se convirtieron en lo
que también Constant ha catalogado como “la libertad de los modernos”,
es decir, más allá del derecho a voto (y no de todos en el caso
ateniense) se enfatizaron los derechos individuales.
En
cualquier caso, en esa así considerada “cuna” hoy se elige a un gobierno
comunista. ¿Cómo fue posible que tuviera lugar ese derrotero macabro?
La respuesta debe verse en la subestimación grosera de “la libertad de
los modernos” y la sobreestimación de “la libertad de los antiguos” en
un contexto de educación socialista-colectivista en la que fueron
mermando las autonomías individuales y el estímulo al otorgamiento de
poderes cada vez más engrosados del aparato estatal.
Ya he
escrito antes en detalle sobre esta tragedia griega en cuanto a sus
características político partidarias, ahora solo apunto al hecho de que
el partido triunfante en las últimas elecciones —Syriza— se alía con la
derecha, es decir, el partido Griegos Independientes. A muchos
distraídos les puede llamar la atención esta cópula electoral de la
izquierda con la derecha pero es lo natural: los socialismos apuntan al
debilitamiento o a la eliminación de lapropiedad privada, mientras que
las derechas, a saber, los nacional-socialismos o fascismosatacan esa
institución desde un flanco más disimulado pero más contundente:
permiten el registro de la propiedad a manos particulares pero la usan y
disponen desde las esferas gubernamentales con lo que el zarpazo final
resulta mejor preparado. Esto último es lo que sucede actualmente en
mayor o menor medida en buena parte del mundo desde los sistemas
educativos a las políticas monetarias, fiscales, laborales y de comercio
exterior en contextos de acentuados deterioros en los marcos
institucionales.
Este
contrabando atroz ha conducido al abandono de la idea de la democracia
explicada por los Giovanni Sartori de nuestro tiempo para caer
precipitadamente en la cleptocracia, es decir, el gobierno de los
ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida, precisamente
lo contrario de lo establecido por aquellas democracias en cuanto a la
preservación de la vida, la libertad y la propiedad incrustada en los
documentos del sistema para en definitiva ahora recortarla y
circunscribirla al recuento de votos con lo que se mantiene que los
Hitler y Chávez de los siglos veinte y veintiuno respectivamente y sus
imitadores resulta que son baluartes de la democracia, lo cual
constituye un grave insulto a la inteligencia y al sentido común.
Como
tantas veces he puesto de manifiesto, dado que Hayek subraya en las
primeras doce líneas de la primera edición de su Law, Legislation and
Liberty que hasta el momento los esfuerzos del liberalismo clásico para
contener al Leviatán han sido un completo fracaso, con urgencia deben
abrirse debates al efecto de ponerle límites adicionales al poder
político. Hayek mismo nos da el ejemplo sugiriendo vallas al
Legislativo, Bruno Leoni lo hace para el Judicial y mucho antes que eso
Montesquieu propone procedimientos aplicables al Ejecutivo aun no
ensayados en la modernidad y el dúo Randolph y Gerry fundamentaron la
idea del Triunvirato en la Asamblea Constituyente estadounidense. Como
también he consignado, si estas ideas no se aceptaran deben pensarse en
otras pero no quedarse de brazos cruzados asistiendo pasivamente al
derrumbe de la democracia puesto que como ha apuntado Einstein, es
irresponsable esperar resultados distintos adoptando idénticas recetas.
Sin duda,
la manía del igualitarismo ha hecho estragos convirtiendo la noción
clave de laigualdad ante la ley en la guillotina horizontal basada en la
redistribución compulsiva de ingresos, lo cual contradice abiertamente
las directivas de la gente en el supermercado y afines con sus compras y
abstenciones de comprar, situación que inevitablemente conduce al
consumo de capital que a su vez reduce salarios en términos reales ya
que éstos proceden de las tasas de capitalización.
Y aquí
viene una explicación de una de las razones políticas del derrumbe
señalado. Por supuesto que, como queda dicho, los climas educativos y
los marcos institucionales descuidados hacen de operación pinza para la
degradación de la sociedad abierta, pero nos detenemos en uno de los
conductos más expeditivos de tal deterioro y este consiste en la faena
de conservadores, tarea tan bien explicada por el aludido premio Nobel
Hayek en el capítulo titulado “¿Por qué no soy conservador?” de su libro
Fundamentos de la libertadcombinado con su obra Camino de servidumbre
en el capítulo titulado “Por qué los peores se ponen a la cabeza”.
En el
primer caso, este autor sostiene que los conservadores en última
instancia están manejados por lo que sucede en las alas por parte de
quienes mantienen ideas firmes que empujan a que aquellos acepten el
corrimiento en el eje del debate por su “repugnancia a las ideas
abstractas y la escasez de su imaginación”, es decir, los que rechazan
andamiajes teóricos porque se creen “prácticos” sin percatarse que su
“practicidad” consiste en recurrir a lo que otros establecen como
“políticamente correcto” en grado creciente y, en el segundo caso, un
sistema degradado incentiva a que el político se dirija a lo más bajo
del común denominador lo cual genera una onda expansiva difícil de
revertir.
El origen
de la tradición conservadora nace después de la revolución inglesa de
1688. Los conservadores querían conservar los privilegios otorgados por
la corona en oposición al espíritu de la revolución encabezada por
Guillermo de Orange y María Estuardo basados en los antedichos
principios en los que se sustentaron las concepciones lockeanas. La
tradición conservadora pertenece más a la esfera política que a la
intelectual y académica. En realidad cuando se solicitan nombres de
intelectuales conservadores se suelen esgrimir los de Burke, Maculay,
Tocqueville y Acton, pero ninguno de ellos se autodefinió como
conservador sino que se consideraron liberales insertos en la línea
whig.
El
conservador muestra una inusitada reverencia por la autoridad mientras
que el liberal siempre desconfía del poder. El conservador pretende
sabelotodos en el gobierno a lo Platón, pero el liberal, a lo Popper,
centra su atención en marcos institucionales que apunten a minimizar el
daño que puede hacer el aparato estatal. El conservador es aprensivo
respecto de los procesos abiertos de evolución cultural, mientras que el
liberal acepta que la coordinación de infinidad de arreglos
contractuales producen resultados que ninguna mente puede anticipar, y
que el orden de mercado no es fruto del diseño ni del invento de mentes
planificadoras. El conservador tiende a ser nacionalista
—“proteccionista”, mientras que el liberal es cosmopolita-librecambista.
El
conservador propone un sistema en el que se impongan sus valores
personales, en cambio el liberal mantiene que el respeto recíproco
incluye la posibilidad de que otros compartan principios muy distintos
mientras no lesionen derechos de terceros. El conservador tiende a estar
apegado al status quo en tanto que el liberal estima que el
conocimiento es provisorio sujeto a refutaciones lo cual lo torna más
afín a las novedades que presenta el progreso. El conservador suscribe
alianzas entre el poder y la religión, mientras que el liberal la
considera nociva. El conservador se inclina frente a “estadistas”, en
cambio el liberal pretende despolitizar todo lo que sea posible y
estimula los arreglos voluntarios: como queda dicho, hace de las
instituciones su leitmotiv y no las personas que ocupan cargos públicos.
El
ejemplo de Grecia ilustra lo perjudicial que son las políticas timoratas
que pretenden estar en el medio del camino. El inicio del
descarrilamiento viene de larga data, ahora se pone de manifiesto en
forma brutal. Los conservadores griegos han aceptado instituciones y
políticas que son básicamente estatistas con lo cual no han hecho más
que acceder a las demandas socialistas y abrir así las compuertas de lo
que finalmente sucedió. Incluso mintieron con las estadísticas para
entrar en la Unión Europea (en una secuencia nefasta hasta su último
presupuesto donde para atender cada maceta con plantas en la órbita
oficial aparecían ocho jardineros en la nómina). Dicho también a título
de ilustración, en el caso argentino aplica la preocupación: los
conservadores en los años treinta abrieron las puertas al peronismo al
establecer el control de cambios, la banca central , el impuesto
progresivo y las juntas reguladoras (además de que Uriburu había
anunciado una Constitución fascista que afortunadamente se pudo
abortar).
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